Diez lugares históricos de La Edad Dorada, la exitosa serie de época que revive el esplendor de Nueva York y alrededores

El primer impacto es visual: vestidos acartonados en sedas importadas, tapices que resplandecen con la luz del gas y salones que parecen diseñados por los pinceles de un retratista de la realeza. La segunda impresión es emocional: La edad dorada toca fibras que laten en el presente, entre disputas de clase, resistencia al cambio y tensiones por el poder.

La puesta es una creación de Julian Fellowes, el arquitecto detrás del fenómeno Downton Abbey, y cuenta con la dirección de Michael Engler, quien ya había trabajado con Fellowes en capítulos de esa serie.

La edad dorada encontró su lugar en la programación de Max como un puente entre la ficción histórica y el entretenimiento masivo. Ambientada en la Nueva York de 1880, se instala en el cruce de dos mundos: el de los viejos ricos, guardianes de una moral cuasi victoriana, y el de los nuevos millonarios, que irrumpen en la escena con sus fortunas construidas en la industria y el ferrocarril.

El relato se centra en Marian Brook, interpretada por Louisa Jacobson (la hija menor de Meryl Streep), una joven que tras la muerte de su padre se muda a Manhattan para vivir con sus tías Agnes van Rhijn (Christine Baranski) y Ada Brook (Cynthia Nixon). La historia se despliega cuando Marian conoce a sus nuevos vecinos, los Russell: George (Morgan Spector), un magnate ferroviario, y su esposa Bertha (Carrie Coon), una mujer decidida a insertarse en la alta sociedad a cualquier precio. Su lucha por el reconocimiento social se convierte en uno de los ejes más potentes del guión.

La serie comparte con Bridgerton cierta grandilocuencia visual y el interés por los rituales sociales, pero a diferencia de su par británica y su enfoque más fantasioso, La edad dorada se sumerge en un momento histórico real.

En lugar de reinventar la historia, la dramatiza. Cada episodio condensa la efervescencia de una ciudad que dejaba atrás su origen mercantil para transformarse en el corazón financiero del mundo. Y en ese tránsito, las mujeres, como Bertha Russell o Peggy Scott, la periodista negra interpretada por Denée Benton, se convierten en motores de cambio.

La tercera temporada, que comenzó su rodaje en mayo de 2024, se estrenó este domingo 22. La historia continúa expandiéndose con un tono cada vez más audaz: mientras la familia Russell consolida su ascenso en la alta sociedad, Bertha redobla su apuesta y pone su mirada en Europa, deseosa de un reconocimiento que trascienda el Atlántico.

En paralelo, Marian Brook busca su independencia en un mundo que sigue cuestionando el lugar de la mujer fuera del matrimonio. Su relación con el joven actor Dashiell Montgomery, interpretado por David Furr, abre una nueva línea narrativa sobre el mundo del teatro y los límites de la decencia pública.

Con nuevas incorporaciones al elenco, entre ellas, una condesa europea interpretada por Isabelle Huppert y un empresario texano encarnado por Josh Hartnett, la temporada promete más giros, nuevos salones de baile y una sofisticación narrativa que sigue afirmando a La edad dorada como una de las series más ambiciosas desde los escenarios naturales.

Parte del encanto de la trama está en sus escenarios. La producción decidió apostar por locaciones reales para capturar la esencia de una era que se caracterizó por el exceso, el detalle y la ostentación. No hay pantallas verdes ni reconstrucciones digitales: hay casas-museo, edificios históricos y ciudades enteras que se transforman en el set ideal.

Los lugares no son sólo telones de fondo: son cómplices del relato. Cada locación elegida funciona como testimonio vivo de una etapa fundacional para los Estados Unidos, donde la arquitectura era parte del mensaje. En los mármoles de Newport, en los salones de Yonkers, en las calles preservadas de Troy, se libra una batalla simbólica entre lo viejo y lo nuevo.

Mientras los personajes luchan por un lugar en la historia, la serie nos recuerda que las piedras también hablan. Y que la opulencia, con todo su esplendor, también tiene su precio. Al estilo de una guía de viaje, éstas son las 10 locaciones más impactantes de la serie:

Construida en 1901, The Elms fue la residencia de verano de Edward Julius Berwind, un magnate del carbón que replicó el estilo clásico francés de los palacios del siglo XVIII. Su arquitectura está inspirada en el Château d’Asnières, cerca de París. La mansión cuenta con techos ornamentados, jardines formales con esculturas importadas de Europa, y un sistema de ventilación subterráneo revolucionario para su época.

En la serie, The Elms sirve como la locación para el comedor de la familia Russell, uno de los sitios más utilizados en las escenas de reuniones formales y banquetes. La producción aprovechó su luz natural y la autenticidad de los acabados originales para evitar recreaciones digitales.

Hoy, la mansión puede recorrerse como parte de los Newport Mansions Tours, administrados por The Preservation Society of Newport County. Se ofrecen visitas guiadas y temáticas, incluso algunas centradas en la vida de los sirvientes, en paralelo con lo que muestra la serie.

A orillas del río Hudson, esta casa fue diseñada en 1838 por Alexander Jackson Davis, un pionero del estilo gótico revival en los Estados Unidos. Su silueta dramática, torres asimétricas y ventanales con vitrales evocan un castillo inglés, mientras que su mobiliario original se mantiene intacto desde la época que precisamente relata la serie.

En la ficción, Lyndhurst se convierte en múltiples escenarios interiores, desde salones de recepción hasta bibliotecas. Se usó especialmente para tomas que requerían techos altos, escaleras curvas y fondos con ventanales, lo que dio profundidad visual y autenticidad histórica.

Como atracción turística, la mansión también forma parte del National Trust for Historic Preservation y ofrece recorridos durante todo el año. Es también un centro cultural que alberga conciertos y eventos al aire libre en sus jardines.

La ciudad de Troy, al norte del estado de Nueva York, conserva un centro histórico de gran valor arquitectónico. Sus edificios del siglo XIX, con fachadas italianizantes, calles de ladrillo y ornamentaciones originales, permiten que se utilice como “doble” de Nueva York en distintas épocas.

Para la producción, Troy fue clave. Varias escenas urbanas como desfiles, encuentros callejeros o caminatas entre las tiendas de moda fueron filmadas allí. Gracias a su preservación urbana, se pudieron recrear cuadras enteras sin alterar su arquitectura, usando apenas elementos de utilería y figurantes en vestuario de época.

La ciudad ofrece recorridos autoguiados centrados en su historia industrial, su patrimonio arquitectónico y su rol como locación de cine y televisión. Es un destino creciente para el turismo cultural.

La joya de la corona en Newport. Construida entre 1893 y 1895 para Cornelius Vanderbilt II, The Breakers es un manifiesto arquitectónico del poder económico estadounidense. Diseñada por Richard Morris Hunt, mezcla el renacimiento italiano con influencias barrocas. Sus techos están pintados a mano y las paredes recubiertas de mármol y pan de oro.

En la serie, se utilizó para exteriores fastuosos y escenas de entrada o llegada de carruajes. También se rodaron tomas de recepciones en sus balcones y jardines. La casa Russell toma mucho de la inspiración estética de este edificio.

El recorrido actual incluye acceso a los pisos principales, las terrazas y las cocinas originales. Es uno de los destinos turísticos más visitados de Rhode Island y símbolo por excelencia de aquellos tiempos.

Este museo incluye la histórica Glenview Mansion, una casa construida en 1877 con vistas panorámicas al Hudson. De estilo neorrenacentista, cuenta con boiseries originales, techos decorados y una colección permanente de arte del siglo XIX.

En la ficción, Glenview fue utilizada para diversas escenas de interiores, en particular aquellas que requerían ambientes más íntimos y residencias de clase media acomodada. La iluminación natural y la coherencia estilística fueron claves para su selección.

Para los visitantes, el museo ofrece exposiciones de arte contemporáneo, un planetario y recorridos guiados por la mansión, donde incluso se explican las escenas que fueron filmadas allí para la serie.

Este edificio neorrenacentista fue construido en 1916 por Edith Shepard Fabbri, bisnieta de Cornelius Vanderbilt. La casa, que incluye una biblioteca con techos traídos de un palacio veneciano, se erige como un santuario silencioso en pleno Upper East Side.

En la serie se utilizó como interior para las casas de personajes adinerados, especialmente escenas nocturnas, cenas y momentos de tensión entre esposos o socios. Su acústica natural fue aprovechada para filmar sin demasiadas modificaciones.

Hoy, la casa funciona como centro de retiro espiritual y ofrece visitas en días específicos. Es un oasis cultural poco conocido por los propios neoyorquinos.

Uno de los campus universitarios más pintorescos de Estados Unidos. Incluye la mansión Ochre Court, construida en 1892 por Ogden Goelet, que sirvió como inspiración para muchas otras casas de la alta sociedad.

En la serie, Ochre Court es usada para representar varias recepciones sociales y bailes. Su gran salón de techos artesonados y ventanales góticos aparece en momentos clave de la lucha social de Bertha Russell.

La universidad permite visitas guiadas en temporadas específicas, y muchos de sus edificios forman parte del recorrido histórico de las mansiones de Newport. También es sede de festivales culturales y encuentros literarios.

Diseñada en 1880 por Charles Clinton, esta armería de estilo gótico fue concebida como sede de la Séptima Compañía de la Guardia Nacional. Su interior conserva paneles de roble, frescos, vitrales y un salón principal con acústica de teatro europeo.

En La edad dorada, este edificio se convierte en el epicentro de la vida social de Manhattan. Aquí se filman las escenas de los grandes bailes, presentaciones y conciertos de gala, con docenas de extras y músicos reales.

Hoy funciona como centro cultural de vanguardia con exposiciones, instalaciones y recitales. Es uno de los pocos edificios militares del siglo XIX transformado en polo artístico.

Aunque este edificio ya no existe, el Petit Chateau, construido para William K. Vanderbilt, fue un ejemplo paradigmático de la arquitectura Beaux-Arts traída desde Europa a Manhattan. Su fachada de piedra tallada y su interior inspirado en Versalles marcaron un hito en la transición arquitectónica de la ciudad.

En la serie se rediseñó por completo. Inspiró la residencia de los Russell. El equipo de producción estudió planos originales para recrear detalles como escalinatas, puertas de hierro forjado y salones con lámparas de cristal.

Hoy, su memoria se mantiene viva en archivos digitales y visitas guiadas virtuales que permiten recorrer su legado.

Diseñado por Frederick Law Olmsted y Calvert Vaux, fue inaugurado en 1858 y representa el corazón verde de Nueva York. Era el punto de encuentro para la elite que paseaba en carruajes, practicaba equitación o simplemente se mostraba.

En la serie, aparece como escenario de caminatas matinales, confesiones discretas y paseos estratégicos. Su presencia actúa como contrapunto natural a la opulencia de las mansiones.

Hoy, es uno de los parques más visitados del mundo, con zonas específicas que aún conservan el trazado original del siglo XIX. Las visitas guiadas temáticas incluyen rutas centradas en la Nueva York de la Gilded Age.